Por muy saludable, rica, organizada y plena que sea nuestra vida, todos pasamos por momentos difíciles (una ruptura de pareja, la pérdida de un ser querido, pasar por una enfermedad grave, el fracaso, ser despedidos del trabajo…). Estas experiencias normalmente producen un cambio en nuestra vida al que nos tenemos que adaptar. A veces el cambio es externo y objetivo (en el trabajo, en nuestros roles sociales…), pero a menudo también se produce un cambio a nivel interno.
¿Quién no ha pasado por un momento complicado o una crisis en su vida?
Cuando vivimos una experiencia que trastoca nuestra vida y nos enfrenta a cosas que quizá no nos habíamos planteado, nuestro equilibrio previo se rompe y podemos vivir una crisis personal.
Si estás pasando por un momento de crisis, quizá te sientas perdido, triste, vulnerable, inseguro, confuso, bloqueado, enfadado, irritable… Lo que antes servía quizá haya dejado de servir y puede que te sientas ante un abismo sin saber a qué agarrarte.
Sentirse así es incómodo, puede que quieras evitar el dolor y huir de él, quizá quieras estar ocupado y actuar como si nada pasara. Es normal y recomendable distraerse de lo que nos crea conflicto y malestar de vez en cuando, pero cuando se convierte en una evitación permanente nos impide resolver el problema (las heridas cierran en falso). Sólo cuándo aceptamos y procesamos lo que nos está pasando, podemos digerirlo e incorporarlo a nuestra historia vital de una forma saludable, permitiendo que las heridas cicatricen.
Pero las crisis no son tan malas. Su parte positiva es que nos hace más receptivos a explorar nuevos puntos de vista, nuevas facetas de nosotros mismos, nuevas formas de entender el mundo y la vida, ofreciéndonos una oportunidad de aprendizaje y crecimiento personal.
Piensa en alguna crisis que hayas superado, quizá te sorprendas encontrando un aprendizaje o algo positivo que hayas sacado de esa experiencia.
Generalmente aprendemos de las circunstancias difíciles, las que nos sacan de nuestra rutina y nos hacen reflexionar, y cuando logramos superar la crisis, generalmente lo hacemos con un aprendizaje, una lección.
En psicología se habla de resiliencia para hacer referencia a esa capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superándolas e incluso siendo transformado positivamente por ellas.
¿Por qué unas personas se rompen y otras consiguen superar la situación y crecer?
Una característica relacionada con esta capacidad de adaptación y crecimiento tiene que ver con la flexibilidad. La siguiente metáfora habla de la importancia de la flexibilidad a la hora de adaptarse a nuevas circunstancias vitales y superar crisis.
Erase una vez un árbol, un árbol firme y duro, con unas raíces profundas que lo sujetan al suelo. Ante el azote de una gran tempestad, el árbol tan rígido como era, se rompió y fue arrastrado por la corriente.
Mientras el árbol vagaba por la corriente se encontró con un junco, el junco estaba erguido, había soportado la gran tempestad. El árbol extrañado le pregunto al junco ¿Cómo es que tú tan frágil que pareces has soportado el temporal y yo me he roto? a lo que el junco contestó: Yo también me hundí con la tempestad, pero mis raíces me mantuvieron sujeto y gracias a mi flexibilidad en lugar de romperme, solo me hundí temporalmente y luego me recompuse y me volví a levantar.
Esta metáfora habla de dos cosas importantes, por un lado nuestros valores profundos (las raíces) que nos mantienen en nuestros objetivos, y por otro lado, la flexibilidad que nos permite adaptarnos a las nuevas circunstancias.
El junco que a primera vista es tan pequeño y frágil, nos demuestra que nadie es grande por su apariencia exterior, sino por la grandeza de su espíritu. Las personas con gran resiliencia se caracterizan por su fortaleza interior, son personas que buscan y se conectan con sus valores más profundos, y este conocimiento es lo que les permite dominar sus reacciones emocionales y superar la adversidad.
“Soy el capitán de mi alma, el dueño de mi destino”. Nelson Mandela
En los siguiente vídeo puedes ver un ejemplo de resiliencia. Adriana Macías nos cuenta su experiencia, cómo a pesar de haber tenido muchas dificultades en la vida (porque nació sin brazos), consiguió desarrollarse y construir un proyecto vital positivo. Vídeo
Una persona feliz no es una persona sin problemas, esto es imposible. Las crisis y dificultades forman parte de la vida. La actitud con la que decidimos afrontarlas es nuestra elección.